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Dos ciudades separadas por apenas 1km de agua. Un río… Dos mundos.
Aún siendo dos ambas capitales de distintos países,  Brazzaville ha sido durante mucho tiempo la hermana pequeña de Kinshasa. Su prolongación. En ciertos momentos dependiente de ella…cuestiones de tamaño.  Pero su evolución ha sido muy distinta. Y hoy en día representan realidades completamente diferentes.
Las dos comparten un río. E incluso la lengua y origen de sus habitantes son en gran parte los mismos… Las dos tienen, según la estación, polvorientas o encharcadas calles de arena que les dan vida por encima del asfalto… Y ambas forman parte de países llamados Congo…aunque, aquí empiezan las diferencias,  uno fue el Congo Belga(Kinshasa) y el otro el Congo Francés (Brazzaville).
Pero con este escrito, no quiero explicar su historia colonial. No pretendo construir su enciclopedia. Ni quiero documentar las atrocidades cometidas en un lado y otro del río, que son  muchas. En esta historia quiero mostrar mi visión personal. Mi experiencia. Centrándome en lo pequeño. En el día a día. En sus personas, en sus calles… En el ahora de cada una.  Lo que dará, probablemente un aire de lo que se vive ahí. Y me adapto así, a la forma de ver la vida africana, muy centrada en el presente.

Dos ciudades, un río...y un intruso

Dos ciudades, un río…y un intruso

 

Calles de Brazzaville

Brazzaville es una ciudad de apenas millón y medio de personas. No impresiona su tamaño. Ni su longevidad, pues fue creada por Francia hace poco más de un siglo a partir de un pequeño pueblo llamado Ntamo.
Tampoco impresionan sus grandes monumentos, ni sus edificios, pues apenas los tiene.  Pero sí tiene en cambio,  lo que podríamos llamar Personalidad propia. Y a pesar de ser una ciudad con infinidad de calles de arena y suciedad…es una ciudad animada. Con vida.
Estuve 3 semanas en ella, esperando un visado a RDC que se resistía…quizás por no entrar en juegos de comisiones y propinas de legalidad dudosa…  quizás porque en RDC tienen demasiados problemas políticos ahora mismo… o quizás, simplemente porque estoy en África y el tiempo discurre a velocidad distinta. Pero sea como sea, esas 3 semanas me dieron una visión de una ciudad que efectivamente, puede ser considerada de las más agradables de África.
Probablemente cuesta entenderlo desde el punto de vista de un “turista” occidental. Pues cuando mires la guía de viaje, verás pocas cosas remarcables.  Pocos reclamos construidos…Ni museos. Poca historia antigua en sus
edificios…

Pero sucede que esto es África. Y ése no es su atractivo.

EL ATRACTIVO DE BRAZZAVILLE

El atractivo de Brazzaville no está en las embajadas, ni en los pocos edificios altos.

Contrastes

Contrastes

No es una ciudad impoluta a visitar en zapatos de tacón o mocasines.  Pues Brazzaville guarda su encanto secreto entre el polvo y el barro. En los charcos de sus andares.
Allí te esperan sus niños jugando en las calles con pelotas hechas de trapo o de condones. Y sus “mayores” sentados en sillas en medio de la calle…observando el  pasar de la gente…y del tiempo.
Y también allí  y sólo allí es donde encuentras a  sus ancianos en sus portales. Y gente reunida  en los destartalados bares con una cerveza, con suerte fría…
Es en estas calles donde te puedes sorprender deambulando por su enmarañado mapa callejero, donde tan pronto te encuentras una iglesia o una mezquita o te tropiezas con su enorme mercado. O con infinidad de variopintos comercios. Tiendas de muebles, de jabones, de comida…talleres de cualquier cosa, tejedores… e incluso bazares indios, chinos o paquistaníes.
Es solo pisando el polvo y el barro de Brazzaville, cuando puedes ser consciente de su vida. De sus risas,de sus cantos,de su alegre  Música…y sus  animadas e intraducibles conversaciones hechas en lingala.
Ese sí es Brazzaville. Esa sí es su esencia.
Así que quien no quiera ensuciar su calzado y hundirlo en el barro, ni esté dispuesto a ver suciedad acumulada, quizás será que Brazzaville no es su ciudad. Pues se perderá su vida. Y la describirá a su vuelta a su hogar, simplemente como una ciudad sucia. Sin encanto ni atractivo alguno.
Aunque difícilmente encontrará ninguna ciudad a su gusto en África ecuatorial.

ABSORBIDO EN CIUDAD SEGURA

Durante mis días ahí, obligado por las circunstancias, me paseé cada día por esas calles. Y cada noche. Sí. Cada noche. Lo que la hace ya en parte especial. En Brazzaville me sentí seguro y formando parte de una ciudad con aire de pueblo. Que me permitió sentir su ritmo.
Y así, en estos andares me convertí en esponja. Brazzaville es un conjunto heterogéneo de barrios y calles sin mucho sentido. Pero con mucha vida.  Y por ellas, me dejé absorber. Es el congoleño de Brazzaville amigable y abierto…lo que me facilitó mi inmersión a la ciudad.

Posando en bici...para que no se diga ;)))

Posando en bici…para que no se diga.Quizás me pasé… ;)))

Me acostumbré a que me llamaran Jesús a gritos en cada esquina, a que me pidieran el número de teléfono y contacto de Facebook continuamente. Mientras comía en sus barbacoas callejeras donde preparaban el pollo, o en sus braserías con fuerte y dulce olor a ahumado donde encontrabas enormes trozos de ternera o de cordero hechos a fuego lento.
Estas braserías las tenías diferenciadas en las de carne congelada y las de carne fresca. Hecho que no hubiera podido constatar si no llega a ser porque me acompañó el dueño del hotel donde me hospedaba. Gran anfitrión, como todo congoleño.
Disfruté también de los paseos por su mercado callejero. De suelos sucios…y techos coloridos. Donde tan pronto te invitaban a comprar, como entraban en un extraño estado de shock al ver al “Blanco”.
Visité sus rápidos ribereños en los que los africanos se soltaban, no sin riesgo, a sus fuertes corrientes y oscuras aguas.  Pero después de unos gritos y varias vueltas, salían siempre más adelante, donde el río cesaba su frenético ritmo.
Descubrí de nuevo, como hice en Camerún, la pasión africana por el fútbol y participé en acaloradas discusiones sobre el eterno dilema…Messi o Cristiano?

PERO SALIO EL OCCIDENTAL

Sin embargo, mi estancia también tuvo sus contras. En Brazzaville recuperé peso y perdí la forma debido a la inactividad. Y también se me mojó varias veces todo el equipaje en un cuarto excesivamente caro por lo que ofrecía.  Una habitación con agrietadas esquinas que  mostraban el exterior donde tendría que haber cemento , sin mosquitera y con una ventana por la que entraban litros y litros de agua cuando llovía…que era contundente y a menudo.

Calles de Brazzaville

Calles de Brazzaville

A pesar de sus encantos, tengo que reconocer que desgraciadamente perdí la paciencia. Me di cuenta de mi todavía floja adaptación al tiempo africano. Pues esas 3 semanas, a veces se me antojaron largas. Había tardado 6 semanas en llegar desde Yaundé. Recorriendo casi 2000km. Y ahora, a pesar de estar en una ciudad agradable, tenía la impresión de que se cortaba mi ruta. De que temporalmente  se me impedía el ansiado viaje. Y eso, por momentos, me comía por dentro .

TAN CERCA, PERO TAN LEJOS

Cuando me sentía así, me dirigía al río y veía enfrente la ciudad que me esperaba. Kinshasa, Separada aparentemente tan solo por 1 km de agua…y me preguntaba si algún día podría cruzar y llegar a ella. Tan cercana y tan lejana a la vez.
Y tan distinta.
Son las capitales más próximas del mundo. Pero ambos lados del río son asimétricamente deformes. Y
un estornudo de Kinshasa podría hacer volar a Brazzaville por las nubes.
Cuando veía esta imagen,con un pie en Brazzaville y la cabeza ya en la gran Kinshasa,  una sensación extraña me embargaba. Pues tenía emociones contrapuestas. Quería seguir mi ruta. Pero también estaba  agradecido porque la larga espera se hubiera dado en una ciudad como Brazzaville. Donde a pesar de sentirme por momentos atrapado, conseguí entender su ritmo y su encanto.

Reflexiones de Brazzaville

Mi anfitrión

Mi anfitrión

En estos días, Desde el mismo  río,me maravillaba con la visión de estas dos ciudades y reflexionaba de la realidad africana. De sus diferencias y  similitudes. Pues el pueblo africano en general, y a pesar de la diversidad de sus 55 países, tiene algo en común. Dentro de sus dificultades, busca concienzudamente construir un ahora. Pues la vida es demasiado compleja para obsesionarse con un ayer doloroso…y con un mañana incierto. Con demasiadas preguntas por resolver y demasiados obstáculos como para pensar más allá del que tienes enfrente ahora mismo.
Así, me recordaba a mí mismo que debía hacer lo mismo. Que el mañana y el ayer no existen. Que sea lo que sea lo que hayas vivido y tengas los sueños que tengas,  lo que cuenta es vivir y disfrutar tu único ahora. El momento que  tienes enfrente. Pues nunca volverá y no tendrás otra oportunidad de vivirlo.
Y con estas reflexiones, estos momentos en Brazzaville  se impregnaban entonces de magia. Una magia de esencia africana.
Os dejo aquí el vídeo de sus calles!!reto-migranodearena-ancho

(continuará)
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