DECISIÓN AFRICANA

Djoum, Región Este. Camerún. 7 de la mañana. Acabo de preparar las alforjas. Estoy casi listo. Llevo ya un hora
pueblo-pigmeo-1despierto y me dispongo a escribir unas páginas matutinas. Estoy con la gente de Zerca y Lejos desde antes de ayer. Y hoy ya me voy. Aunque no he acabado con ellos. Los volveré a ver en Mintum. Una población que está a 85km de aquí. Y también en Asok. Un poblado pigmeo con el que han trabajado, justo al lado de la misma. Aunque eso deberá esperar un día más.
Estos días de inicio de viaje han sido interesantes. Por fin pude sacarme esa sensación de no poder salir. De estar atrapado en Yaundé.
Las últimas semanas ahí fueron desesperantes. Pero hacía unos días había decidido mi perspectiva. Una suave malaria me hizo quedar en Yaundé y seguidamente una inofensiva candidiasis estomacal y un necesario reposo, me salvaron de encontrarme en Libreville, la capital de Gabón durante las revueltas. Porque ahí aproximadamente es donde estaría si hubiera salido 3 semanas antes. No había duda, el destino me sonreía.  Definitivamente me gustaba más esta versión. Soy un tío suertudo. Aunque dicen que la suerte se busca. Y la felicidad depende de la perspectiva. Mi perspectiva la tenía clara.
Pero todavía quedaba mucho por sortear antes de salir. Murieron de repente mi cámara, mi tablet y mi ordenador. Parecía que África quería que viajara a la antigua.empieza-la-ruta-autor
Además, con mi Visado sellado, se me escapaba el tiempo para llegar a la frontera. Para redondear, las lluvias tampoco parecían ayudarme. Debía tomar otra decisión difícil. Por un lado atacar de nuevo mis ahorros. Por el otro, debía concederme la primera concesión del viaje. Mi primera “trampa” mortal. A las primeras de cambio me veía obligado a dejar la bici y montarla en un bus. Pero no me sentí mal…simplemente debía hacerlo. Era imposible hacer la distancia necesaria en los días requeridos.
Debía decidir entre dos filosofías. La occidental. Rígida. Que me obligaba a realizar un imposible. Una tarea épica. Titánica. Tenía 8 días. 800km…Con suerte, realizando un esfuerzo sobrehumano y poniendo mi cuerpo al límite llegaría a la frontera.
Después analicé el problema desde otra perspectiva. Más africana. Quería visitar los poblados pigmeos y lo que me brindara el camino. Viajar a un ritmo que no me supusiera un estrés. Saborear cada momento al ritmo que ellos viven.
No dudé. Me decidí por lo segundo. La rigidez en África puede matarte. Y no había venido a hacer una competición deportiva. Viva África.
 

ESTACIÓNestacion-sangmelima

Me dirigí a la estación. Pedí el billete. Pregunto la hora de salida. Me miran extrañados. Se percatan del color  mi piel. Sus ojos delatan un destello fugaz, una idea cruza sus mentes. Parecen comprender. Desvían la mirada. Insisto. “Saldrá pronto?” Se rinden. “Sí si…bueno, si ahora baja alguien hasta puedes subir en este autobíus…”
Me voy satisfecho….aunque consciente de que he tenido actitud de extranjero. El tiempo aquí es diferente. No te esclaviza. Forma parte de la rutina del día a día. Hasta que llega un blanco en una bici verde. El mono en la luna.
 

EL TIEMPO AFRICANO

Pasan las horas. 2,3,4…Sigo en la estación. Hago amigos. Como pescado.
Finalmente he entendido. No tengo prisa. En África no debes tenerla. Porque cuando la tienes, te pierdes su esencia. Aquí el tiempo es distinto. Tiene vida propia. Pero no te domina. Se acelera, se frena, se para, salta, se detiene….Pero no te posee. Los africanos no lo ven como nosotros. Tienen conceptos como la espera, profundamente adheridos a sus vidas. Tienen un Don. Saben fluir con este tiempo que en occidente nos esclaviza. Las cosas no se hacen en un día o en un tiempo determinado…Simplemente se hacen. Suceden. Cuando tienen que suceder. Ni antes ni después. Así que preguntar cuándo saldrá un autobús se les escapa de sus esquemas. Recuerdo. Mis pregunta absurdas. Sus respuestas, mientras te miran como a un marciano. Veo el Mono en mí. Ellos ven la Luna. Por suerte mi lapsus haninos-pigmeos sido fugaz…
A continuación Rechazo la invitación de alguien que quiere hacerme de guía por África. Dudo. No sé si reír.  Pregunto. Afirmo. “Lo dices en serio” , le digo. “Claro!”, contesta. Amablemente esquivo. Recojo el cambio del pescado y me dirijo de nuevo a la bicicleta. Se la ve aburrida. Pienso que quiere rodar… “No sufras, pequeña, lo harás.” Le digo. Tengo suerte. Nadie me ve hablar con una bici. Pobres inocentes, no sospechan de mi locura.
Mientras, sigo ensimismado en mis absurdas reflexiones, de repente despierto.
Oigo gritos. Movimiento. Dirijo mis ojos alarmado a la otra sección de la pequeña estación. Discuten airadamente. Pero curiosamente, algunos ríen… Y dirigen sus miradas a una pantalla. Dicen que la curiosidad mató al gato. Aun así, me dirijo a la zona de conflicto.  Y veo que  la pantalla transmite un partido.
 

FÚTBOL

Es el deporte rey. Les apasiona. Les altera el ánimo más que otra cosa en el mundo. Samuel Etoo es más importante que el presidente Paul Biya
Miro la pantalla. Manchester United – Manchester Citiy.  O Mouriunho – Guardiola. Pasión, gritos. Hay dos bandos.
La mayoría son Guardiolistas. Pero los Mourinhistas gritan más. Me suelto. Me apasiono con ellos. Dos de ellos se acercan a mí gritándome, para que les haga de juez. Uno favorable a Guardiola. Otro a Mourinho. No entiendo nadacasa-djoum. Siguen gritándome. Ralentizan. Pausan sus gritos Me miran. Esperando mi veredicto. Uno de ellos me fijo que tiene unos ojos que bailan. En realidad es solo uno. Se mueve libremente. Creo que inteligentemente lo utiliza para vernos a los dos. Para controlarnos. Para no perder detalle de nuestras reacciones. Con uno controla a su adversario. Con el otro a mí. El juez. Hago ver que entiendo la gravedad del asunto. Adopto un posado digno, indudablemente el de alguien que va hacer un gran discurso. Rostro impasible, como quien va a decir una verdad absoluta, irrefutable…están expectantes. Quieren ya mi veredicto. Pero la realidad es que no entendí nada de sus gritos. Así que relajo el gesto…y les digo  que Mourinho debe tener problemas con su mujer, porque últimamente lo veo muy serio. Deprimido.
Se sorprenden. No es lo que esperaban. Sonrío. Dudan. Se miran. Uno de los ojos Mourinhistas vuelve a mí. Se relajan. Ríen conmigo.
Paran un segundo. Se miran. Y vuelven a su dulce rutina de discusión futbolística. Me olvidan.
Finalmente, 6 horas después de mi llegada, sale mi autobús. Pero qué son 6 horas aquí? Me digo. Recuerdo. Dónde estoy. Qué es lo que piso. Esto África, amigo mío, el lugar donde no existe el tiempo.
 
Espero que os haya gustado! Si es así, gracias por dar al ‘like’ y/o compartir!!
Nos vemos!!