EN RUTA

Pueblo Baka. Djoum, Camerún.

Pueblo Baka. Djoum, Camerún.

Llego a Djoum. De camino a la frontera del Congo. Acabo de pasar unos días en Sangmelima. Mi último punto conocido. Mi inicio real de la aventura acaba de empezar. A partir de aquí empieza lo desconocido. El verdadero explorador sale ahora.
He cambiado algún enfoque. La bici deja de ser indiscutible. Pienso que para lo que persigo aquí,  no es lo básico, a pesar del nombre que le he dado al proyecto, África a pedales. De todas formas, será  mi transporte un 80% del tiempo…siempre que África me lo permita.
África no da lugar a la inflexibilidad. Es ella quien manda. Podemos venir aquí con nuestros grandes sueños y nuestros grandes proyectos… pero si no la escuchamos, África te come. Se alimenta de ti. Y se ríe en tu cara mientras te ve huir con el rabo entre las piernas, camino de vuelta al seguro occidente.
Pero si la escuchas…África te habla. Te susurra al oído grandes verdades. Te habla del hombre. Y de la tierra. Del bien y del mal. Del pasado y del futuro. Y tiene su propia manera de ver las cosas. Es como un pura sangre indomable. Pero es

Niños Baka, Djoum. Camerún

Niños Baka, Djoum. Camerún

agradecida a quien la respeta.

PIGMEOS BAKA, DURA REALIDAD

Respeto… Gran palabra. Tantas veces le ha sido negado a África y a sus gentes…
3 siglos de esclavitud han maltratado a sus habitantes. Demográficamente. Físicamente. Psicológicamente.
Recientemente despiertan de la pesadilla colonial. A veces vacían rabia. Hacia un occidente que les ha explotado. Pero en la mayoría, tan solo piden esta palabra mágica. Respeto.
En especial, pueblos como los pigmeos. Habitantes del África ecuatorial que no saben de fronteras. Pues siempre han sido nómadas. Se reparten a un lado y otro de estas líneas recientemente creadas. Son gente sencilla, de medios rudimentarios. Muy básicos. Y espíritus simples. Que no quieren complicaciones. Para lo bueno y para lo malo.
Me encuentro aquí en Djoum, cerca de los Baka, pigmeos que ocupan la zona tropical entre Camerún, Gabón y

Pueblo Baka. Djoum, Camerún

Pueblo Baka. Djoum, Camerún

República del Congo. Es un pueblo que a pesar de ser afable y pacífico, históricamente no ha gozado del cariño de sus vecinos, los bantúes. Les consideran un escalón por debajo en el ciclo evolutivo. Inmerecedores de sus favores y su respeto. Para los bantúes, los pigmeos son poco más que animales. No hace mucho, eran cazados por ellos para después ser vendidos como esclavos. Nada mejor les hemos tratado los blancos…
Y ahora, gobiernos como el camerunés los echan en continuo de sus tierras. Los Bagyeli han sido privados de su territorio en la Costa y se encuentran teniendo que emigrar a zonas más al interior. Donde se cruzarán con los Baka. Sus primos.
Pero no tienen allí mucho mejor futuro, si no cambian las cosas. En lugares como la reserva del Dja, se les ha obligado a salir de los bosques. Su casa. Para situarse en zonas cercanas a las carreteras.

EL VENENO DEL DIABLO

Mientras, sus pueblos vecinos los siguen utilizando. Son su herramienta para la caza ilegal. Para las talas de madera. Para el trabajo sucio en definitiva. A cambio, unos pequeños sobres de plástico…

Mujeres Baygelli. Kribi, Camerún.

Mujeres Baygelli. Kribi, Camerún.

Sin esperanza ninguna, los pigmeos son pueblos abandonados al alcohol. En el que buscan el alivio que no les da una civilización que los rechaza. Yo venía con la idea aquí de conocer sus alegrías. De filmar con ellos videos alegres. Pero su realidad es dura. Y me veo obligado a aceptarla.
Me paseo por sus pueblos. Por sus casas. Carecen de ninguna de las facilidades de occidente. Como sanidad. Escuelas.
Televisores, móviles, bares…tampoco existen. Lo que no es necesariamente malo. Y en otros pueblos, es lo deseable.
Pero aquí no es esa la única diferencia… en la mayoría de los lugares se ven los suelos repletos de estos sobres de plástico por los que venden sus almas. Son pequeños. Te caben fácilmente en una mano…pero su daño es grande. Mayúsculo. Como lo fue en el pasado para los indios americanos, o los aborígenes australianos. O como lo es todavía en pueblos indígenas de la Amazonia. La historia se repite. No importa el pueblo, ni el continente.
Su contenido es legal. Alcohol puro. Pero paulatinamente mata su espíritu. Y día a día… Gota a gota…  Sus ojos se tornan rojizos, vidriosos. Es la señal. El símbolo. De un exterminio moral.
Este sobre de plástico  es para muchos su salvación, su anestesia espiritual. Que Los anula. Pero les ayuda a olvidar. Se venden por él. Y al conocer poco el valor del dinero son timados y engañados por sus vecinos, que los utilizan a cambio de unos pocos sobres de veneno.

ZERCA Y LEJOS

El voluntario Sergio Chuvieco en las instalaciones de Zerca y Lejos de Djoum. Camerún

El voluntario Sergio Chuvieco en las instalaciones de Zerca y Lejos de Djoum. Camerún

Visto esto, me digo, ¿cómo ayudar a un pueblo abandonado al olvido? ¿Cómo actuar frente a gente que no tiene esperanza ninguna y que ha aceptado un papel cercano al del animal?
Las respuestas a veces son más simples de lo que creemos. Y gracias a gente como Zerca y Lejos encontramos una.
Esta asociación es grande. Han creado un sistema para darles  educación. Y sanidad. Y buscan que ellos mismos se autogestionen. Igual que hace Fundación Recover con la gestión de hospitales, Zerca y lejos quiere enseñar a pescar, más que darles el pescado. Para  devolverles el orgullo. Para rescatarlos de la autodesidia y el olvido. Y renacer como pueblo, con un motivo.
No es fácil. La inercia de sus costumbres y sus vicios a veces se los lleva de vuelta al oscuro camino. Pero con los más de 15 años que llevan allí, han conseguido resultados como Desiré.

EL EJEMPLO A SEGUIR

En él vi el agradecimiento. Vi luz en su sonrisa. La alegría y el orgullo que esperaba encontrar en un pueblo milenario.

Desiré y Sergio Chuvieco

Desiré y Sergio Chuvieco

Él es producto de los internados educativos de Zerca y lejos que se realizan en sus propias tierras. Y más adelante ha sido formado como auxiliar en salud. Con lo que trabaja ayudando a su pueblo, en cooperación con Zerca y Lejos. Tiene sueños simples. De futuro. Ahorrar algo de dinero. Comprar una moto.
Podría parecer básico… O que rompe su cultura. Pero después de tiempo viajando por lugares indígenas de todo el mundo, me doy cuenta que el progreso es inevitable. En las zonas limítrofes con grandes fronteras naturales,  por lo menos. Lo importante en estos lugares es no perder la esencia, que valoren sus propias costumbres y que cojan lo bueno. El intercambio cultural es inevitable y bueno para ambos lados si se hace correctamente. Y para un pueblo que aspira a ganar algo para dedicarlo a la bebida, estas reflexiones de futuro son un gran progreso y mejor ejemplo.
Gracias Sergio Chuvieco, Hissein (voluntario local, odontólogo y otro gran ejemplo) e Irene, los voluntarios de largo

Equipo de Zerca y Lejos

Equipo de Zerca y Lejos

plazo en Djoum . A Martin (Coordinador en salud) y Antonio Contreras, su Coordinador en Camerún, por abrirme sus puertas. Son gente que trabaja duramente por convertir este pueblo en alguien que pueda levantarse de sus cenizas y mirarse a sí mismo con orgullo.
Si queréis ayudarles, podéis hacerlo en su web.
Si queréis ayudar a mi proyecto personal o a Fundación Recover, también podéis hacerlo aquí.
Por último, si queréis conocer más sobre el pueblo pigmeo, os recomiendo el libro Edjengui se ha dormido, de Chema Caballero, que presentará el día 6 de octubre en Madrid, Junto a Zerca y Lejos. Os aseguro que nadie conoce su historia como él.