Kinshasa. El Monstruo. La aberración de África. El engendro.
Tan solo pronunciar su nombre me hacía temblar. Algo cercano al miedo aparecía al pensar en ella.
Es Kinshasa una ciudad que me enseñaron a temer. Todos los escritos. Sus cifras. Su historia… Su colosal tamaño con 9 millones de personas la hacen ser considerada de las más peligrosas del mundo. Un titánico mutante en medio de un país abocado a una Guerra civil continuada.
Con un Presidente, Jospeh Kabila, que  vela por él mismo y por su séquito y del que dicen las malas lenguas que planeó el asesinato de su padre para tomar él el poder hace 15 años.
Kinshasa. Capital de un Imperio de Recursos minerales del que sólo sacan provecho las empresas internacionales y el poder que lo regenta.reto-migranodearena-pequeno
Sí. Kinshasa me influía un enorme respeto. Pero a la vez, me producía un efecto magnético y desde hacía mucho tiempo una voz me decía que fuera y la viera.

Revueltas

A punto estuve de renunciar  cuando el 19 de setiembre explotaron las revueltas contra el presidente, que como muchos otros en África, quiere eternizar su poder.
El Congo Democrático, y Kinshasa en particular se encuentran sumidas en un caos difícilmente controlable.
Para Mobutu, el presidente anterior a la familia Kabila, Kinshasa era su bastión. Pero para Kabila es uno de sus principales focos de conflicto. Lo ven como a un extranjero. Pues es de origen ruandés. Y no habla el lingala, la lengua local de Kinshasa. Así, lo sitúan como a un extranjero en su propia capital.
Pero finalmente, a pesar del riesgo, se firmó una tregua temporal y decidí renunciar a rutas más seguras hacia el Sur para entrar a un país que representa el corazón de África. Y sus pulmones.  Un país que muestra todos sus encantos… y todos sus problemas con la misma contundencia.
Un país que debería ser, a juzgar por la enorme cantidad de recursos minerales que posee, de los más ricos del mundo.
Pero en África, su riqueza, en la mayoría de los casos representa su mayor condena. Su maldición.

Mi misión en Kinshasa

Tenía un punto a favor. En Kinshasa me esperaba la Congregación Santo Domingo. Que residen en un barrio de los más humildes de la ciudad. Donde visitaría sus escuelas y haría un pequeño reportaje vídeo y fotográfico para el Reto de Fundación Recover contra la Malaria.
Así, llegué al puerto de Brazzaville dispuesto a embarcarme al fin, hacia la gran Kinshasa…y me encontré de nuevo con una multitud intentando sacar provecho de Mundele, el Blanco. El dólar andante.
Me dejé timar parcialmente, evitando esfuerzos mayores y finalmente subí al barco a Kinshasa. Con una graninos-kinshasa-fileminimizern sensación de alivio. Por fin podía salir hacia mi destino. Kinshasa me esperaba a unos minutos en barco.
Lo que vi al llegar me sorprendió. Había leído sobre el caos de la ciudad, en especial la bienvenida al cruzar en barco. Pero a veces las expectativas nos engañan. Y Lo vi relativamente tranquilo. Quizás el caso actual de Guerra civil en ciernes, ayuda a que haya menos gente.

 La Hermana Alice y la Ciudad

Al poner pie a tierra, allí me esperaba la hermana Alice. Que sería mi guía por la ciudad.
Me mostró la parte rica. La civilizada, casi más propia de una ciudad europea. Ya que decía que después, tan solo vería lo más pobre.
El centro parecía grande, pero no era nada comparado con el resto de una ciudad construida a lo ancho….pedazo a pedazo…calle a calle…Barrio a barrio.
A más de una hora en coche se encontraba el Hogar donde pasaría unos días. Y como sucediera en Brazzaville, se encontraba entremedio de calles de barro y polvo. Como la mayor parte de la ciudad.
Parecía, como Brazzavile,  una ciudad con movimiento en cada calle, en cada esquina. Con sus comercios, su música, su gente….Con vida.
La diferencia es que aquí no te espera nadie. Ni el turista más intrépido se atreve a entrar en un pdscn3762-2-fileminimizeraís africano con la historia de RDC,  antiguo Zaire y al borde de una nueva revuelta social. Aquí tan solo entran misioneros, algún cooperante y buscadores de fortuna en las minas de oro.
Pero si lo pones en perspectiva, a pesar de poder cambiar de un día para otro, los problemas han sido todavía aislados. Y parecía que la oposición le había dado de tiempo hasta el 19 de diciembre al presidente para dejar el poder. Lo que me dejaba a mí un tiempo precioso para conocerlo más o menos tranquilo.
Así que salí en solitario por sus calles de arena.

Calles de Kinshasa

A diferencia de Brazzaville esta arena parecía arena fina de playa. Imposible desplazarse en bici. Pero agradable a caminar.
Y la gente se extrañaba más al verte. Nadie les visita. Soy de nuevo el extraño. El rol al que me he habituado. Los niños me apuntaban con sus pequeños dedos y gritaban a lo lejos… y huían si me acercaba demasiado de improviso.
Me llamaban Jesucristo, como en Brazzaville y los jóvenes y mayores me hacían continuamente gestos de acercarme. Cargado de buen humor lo hice, dialogando con todos. Incluso los que me presentaban a los demás como El Mesías.
Disfruté de estos paseos, en los que llegué a bailar con un gran grupo de niños alrededor gritando. Exaltados. Curiosos. Contentos. Como yo.
Me demostró Kinshasa ser una ciudad mucho más amable de lo que había pensado al principio. Sí, hay que tener ojos en la nuca, no mostrar el dinero en público…aunque es difícil cuando su moneda se ha devaluado tanto que para llevar lo equivalente a 10€ necesitas de un fajo de billetes de 10cm de grosor…
Pero tomando las precauciones necesarias, como no salir de noche, Kinshasa me sorprendió en positivo.
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LA OTRA CARA

Realicé fotos y vídeos de la gente. Con los niños exaltados por ello…Aunque después de mis paseos me dijeron las monjas, asustadas,  que no hiciera fotos, que estaba prohibido y me podían arrestar por ello. Hay policía vestida de paisano. Sobre todo en estos barrios, para controlar cualquier posible revuelta…y probablemente, aprovechar el ver a un blanco con una cámara para sacar como mínimo un dinero también les atraería.
De repente dejé el mundo de sueños de Kinshasa. Y entendí otra de sus realidades. Kinshasa y RDC, no son un lugar de paz. Son un país con alto riesgo de revueltas. Y éstas acostumbran a ser sangrientas.
Más tarde vería más aspectos de esta cara de la verdad. Algunos gritos. Jóvenes alzando el puño. Gritando en medio de un caos incontrolado… si no fuera por las granadas lacrimógenas lanzadas por la policía.
Pero según Alice, no había peligro todavía. El causante esta vez era el partido de fútbol, donde los jóvenes a veces aprovechaban para sacar su rabia.dscn3779-fileminimizer

ESCUELAS

Finalmente visité las escuelas dominicanas. Y participé en sus talleres. Me maravillé de la alegría que desprenden tanto alumnos como  profesores. Que en sus lecciones incluyen siempre bailes y cantos.
Participé con ellos. Y en una de sus clases, de corte más práctico me uní a ellos para cocinar palomitas, que se mostraban como una manera de ganarse la vida en las calles.
Eso me mostró algo más de su cultura y su precaria situación.
Es una enseñanza distinta. Pues mezclan las clases habituales con talleres prácticos. Ya que ese es el origen real de la escuela. Formada para gente en general adolescente a la que se quería enseñar un oficio.
Más adelante, la necesidad planteada por las familias llevó a la escuela a aumentar su rango de acción para dar clases a los más pequeños. Previo pago(aunque moderado), ya que no existe la escuela pública, como en la mayor parte del continente. Y los profesores, material y edificios también se tienen que pagar.
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Y FINALMENTE, PARTIDA AL NORTE

Las hermanas me acogieron como si fuera parte de su familia. Tanto a Caro como Alice les quedé profundamente agradecido. Y Kinshasa fue una ciudad que en pocos tiempo me sorprendió.
Pero unos días más tarde, finalmente reinicié mi camino al norte del país, donde Kisangani me esperaba.dscn3766-fileminimizer
Me emocionaba al pensarlo. Dejaba las ciudades…y me dirigía hacia el Congo Verde y salvaje. En gran medida hostil, con grupos armados esperando escondidos en sus selvas, pero con gentes alegres y amables, encantadas de poder conversar con el extranjero. Y donde se encuentra también la zona con la mayor concentración pigmea de toda África.
Tenía ganas de volver a andar…de volver a avanzar…Y pensando en mi viaje y en este país de encanto infinito a pesar de sus dificultades, di los últimos pasos en Kinshasa. Mi mente y mi cuerpo preparados para seguir andando. Para dar un paso…y otro más. Y vivir una aventura tras otra. Una enseñanza tras otra.
Y me despedí sintiendo como nunca los versos de Machado,

“Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”dscn3797-fileminimizer
……
Golpe a golpe, verso a verso…
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

(Si queréis leer el capítulo de Brazzaville: «BRAZZAVILLE VS. KINSHASA (1/2): DOS CIUDADES, UN RÍO… Y UN INTRUSO«)